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Democracia y
discursos
Todos tenemos
más responsabilidad con la democracia. Hay que elegir
representantes políticos, votar en
referéndums, defender nuestra opinión en los
debates, manifestar nuestros puntos de vista.
Si no participas, los otros eligen por ti. / La libertad
de expresión constituye un derecho fundamental de este
sistema. Estamos en democracia porque aceptamos que quienquiera diga lo que
quiera, aunque sea infundado.
¿Habrá
libertad de expresión si alguien no pudiera expresar su punto de vista?,
¿si no pudiera discutir el genocidio nazi?,
¿si un científico no pudiera discrepar de
cualquier teoría? Si no aceptamos el
derecho a expresar cualquier idea,
¿cómo podremos distinguirnos nosotros mismos de los represores?
Para
combatir las mentiras, las
imprecisiones o las opiniones contrarias, confiamos en nuestra capacidad de descubrir el engaño. La
democracia se basa también en la capacidad de comprender, en habilidades de lectura, comprensión y reflexión
de los ciudadanos.
En el Imperio de Roma y en la Edad Media, los dominadores se
imponían con la violencia de las espadas. No hace mucho, con el fuego de las
pistolas. Hoy ya no es posible hacerlo así (Bueno, por desgracia, solo en una
parte del planeta…)
Hoy muchos tenemos
democracia y resolvemos
nuestras
diferencias con otra arma: ¡el discurso!
Es un arma sutil, versátil, poderosa. Puede
convencer, seducir, enamorar, irritar o manipular. Es tan
poderosa, que todos deberíamos
saber utilizarla, para poder garantizar un buen funcionamiento de la
democracia. Deberíamos descubrir las intenciones con que
se usa cada discurso, las artimañas que trama, las ideologías que esconde
o las tergiversaciones que amaña.
Daniel
Cassany, Tras las líneas
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I.
Comentario
del texto .(3 puntos)
1) Establecimiento del tema del texto. (0’5 puntos)
2) Breve resumen de su contenido. (1 punto)
3) Descripción y explicación de su esquema organizativo. (1’5 puntos)
-Ideas principales y secundarias; partes
temáticas; tipo de estructura-.